jueves, 10 de mayo de 2007

DESDE LA MEMORIA Y EL SENTIMIENTO GRATO...




NOS PREPARAMOS PARA RECORDAR A LOS MAESTROS EN EL
XX ANIVERSARIO DE LA MUERTE CRUENTA DE LOS DOCTORES HÉCTOR ABAD GOMEZ
Y LEONARDO BETANCUR



La muerte de los seres humanos que se han destacado durante su vida por promover acciones de beneficio para la cultura siempre representa una pérdida de difícil ponderación por parte de los sobrevivientes.

Contra el pensar de quienes se alegran con la muerte de seres humanos excepcionales, otros nos valemos de su aniversario para recordar sus contribuciones a la causa de la supervivencia de la cultura.

Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancur fueron dos personajes excepcionales. Cayeron miserablemente acribillados por los disparos de un personaje pagado para eliminarlos en una ciudad como la Medellín de 1987, en la que la lumpenización de la vida contó si no con el aprecio sí con la indiferencia de vastos sectores convencidos de las bondades de exterminar el pensamiento crítico para beneficio de intereses tanto o más mezquinos que los del hampa organizada operando según su mandato.

Como lo recuerda su hijo, Héctor Abad Faciolince en “EL OLVIDO QUE SEREMOS”, la muerte de su padre fue considerada por muchos una contribución generosa y necesaria pues se creía que el Dr. Héctor Abad Gómez era una especie de “guerrillero sin camuflado”. Las acusaciones de “terroristas sin uniforme” contra los portadores de pensamientos críticos respecto de la realidad social no son, pues, en nada novedosas. Entonces, en 1987, tal como hoy ocurre, bajo esa acusación se creyó posible eliminar el conflicto que vive nuestro país, mediante el uso del asesinato contra quienes se sindicaba de ser portadores interesados en su exacerbación.

Creyeron, entonces, que asesinando las flores podían terminar con la primavera. Aunque el jolgorio fue en privado, públicamente se hizo notar que uno de los efectos de estos asesinatos era el de intimidar a los sobrevivientes de tal modo que los beneficiados contaran con el ambiente propicio para eliminar la salud como un derecho y transformarla en una mercancía más. La muerte de Abad y Betancur fue el inicio de una estrategia destinada a facilitar esa transformación en beneficio de intereses financieros que hoy operan como intermediarios que se enriquecen con el negocio de la salud. Después de ellos, otros salubristas fueron asesinados, también bajo la justificación de ser “guerrilleros de civil”, todo como deliberado propósito estratégico.

Nos aprestamos a recordar pues el XX aniversario de la muerte cruenta de esos dos prestigiosos profesionales de la salud pública. Sea este sentido homenaje ocasión para repensar acerca del contexto actual, resultado propiciado por esas y otras muertes más. Maestros de maestros, como lo fueron, nuestra recordación será una demostración de que su enseñanza no fue en vano y que si para algunos, a la iniquidad del asesinato contra un civil se le agrega el insulto de considerarla “daño colateral”, para nosotros siempre será una afrenta a la condición humana. La Cátedra de Salud Pública de la Universidad Libre, seccional Cali, está dando muestra de que es posible lamentarnos de la muerte de nuestros queridos colegas y amigos transformando la funeraria en ágora de reflexión y análisis.

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